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Telas y tapicerías en Madrid
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Historia de la tapicería
La Tapicería de hoy en día que todos conocemos, viene del significado de El tapiz (del francés tapis, que a su vez deriva del griego bizantino τάπης). Se trata de una obra de tejido tradicionalmente hecha a mano en la que se producen figuras semejantes a las de una pintura utilizando hilos de distintos colores. También se utiliza la expresión “arte de tapicería”, que no debe confundirse con la tapicería entendida como artesanía encargada de tapizar muebles. Desde su origen remoto los tapices servían para abrigar las paredes en tiempo frío, evitando la radiación fría (o absorción de la radiación infrarroja emitida por el cuerpo humano, que enfría la piel) y dando sensación de calor en las estancias. Lo más probable es que los primitivos tapices fueran simplemente paños gruesos colgados de las paredes (como cortinajes) o extendidos en el suelo (como alfombras). Con el tiempo, fueron incorporando decoración y materiales caros (oro, plata, seda), convirtiéndose en objetos suntuosos y en auténticas obras de arte. El tapiz es uno de los objetos más antiguos que puede considerarse mueble decorativo. De él se hacía uso para cubrir vanos y paredes, suelos y muebles importantes. Hasta el siglo XVI se confundían los tapices propiamente dichos con los tapetes y alfombras. Desde el siglo XV los tapices se empleaban también como colgaduras en la decoración de las vías públicas con motivo de cualquier celebración importante (procesión, entrada real o recepción solemne, que llegaban a ser muy complejas -arquitectura efímera-). A partir el siglo XVII se popularizó el uso de las alfombras y los tapetes, distinguiéndolos perfectamente de los tapices, definidos por su posición vertical.